Los incidentes en la prisión de Villabona se duplicaron en los últimos cuatro años

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  • Desde que comenzó el conflicto de las Unidades Terapéuticas, las peleas y robos aumentaron. La prisión tiene el menor número de reos desde 2005 y más presupuesto

  • El secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, rubricó un informe el pasado 20 de enero que certifica la situación del centro de Villabona. En 2011 la prisión asturiana registró 106 incidentes, conflictividad que desde entonces ha ido aumentando en cada ejercicio hasta los 201 partes del pasado año. Los conflictos calificados de leves se reprodujeron un 89%, los graves un 175% y en lo tocante a los muy graves hay una mejoría desde los 2 problemas del 2011 a uno solo en 2014.

    Sumados todos, la cantidad de agresiones, vejaciones, robos y demás conflictos se ha duplicado, y ello ocurre a pesar de que las celdas de todo el país se están vaciando conforme progresa la crisis. En la penitenciaría asturiana a finales de 2014 se contaban 1.349 presos entre condenados y preventivos, la cifra más baja desde 2005.

    ¿Qué está provocando este declive en una prisión que antaño era referencia de todo el sistema nacional? Aquí se inició de forma experimental el modelo de las Unidades Terapéuticas y Educativas (UTE), dinámica que obliga a los presos a dejar de consumir drogas bajo pena de expulsión, someterse a sesiones de trabajo y convivencia, y cortar durante un tiempo toda relación que los psicólogos consideren «nociva».

    «A los que piden salir de la UTE se les retrasa el cambio para que emponzoñen el lugar»

    El modelo UTE fue imitado en otros países y comunidades autónomas y sus buenos resultados motivaron que Instituciones Penitenciarias confiara a la dirección asturiana la puesta en marcha de otras dos experiencias de riesgo. La primera de ellas modificó los hábitos del módulo más duro del penal, el de aislamiento; en lugar de dejar a los reos más peligrosos encerrados 23 horas en sus celdas, voluntarios y funcionarios empezaron a trazar actividades que pudieran seducirles y formarles. Las peleas menguaron un 78%, el Ministerio del Interior otorgó un premio y trató de repetir la fórmula en otras prisiones del país.

    La segunda jugada en la que Villabona tuvo un papel esencial fue la 'vía Nanclares'. En la pasada legislatura, Instituciones Penitenciarias organizó un equipo de trabajo que captaba a los etarras más arrepentidos y los enfrentaba a varias entrevistas con las víctimas de sus delitos. Las citas tenían lugar en la prisión alavesa, pero la cárcel asturiana era uno de los centros auxiliares donde los funcionarios trabajaban con el reo y evaluaban si su contrición era la adecuada para participar de esa experiencia.

    ¿Qué factores han alejado al penal asturiano de ese papel y están provocando la actual deriva? EL COMERCIO quiso conocer el diagnóstico que hace Instituciones Penitenciarias y se puso en contacto con su gabinete. «No tenemos nada más que añadir a lo expuesto» en el informe, fue toda la respuesta.

    Los datos del documento acreditan que en 2011 sucedía un incidente por cada 13,6 presos y ahora la frecuencia es de uno por cada 6,7. Ni los cambios en presupuesto o plantilla explican un declive semejante. Excluidos los salarios, las compras centralizadas y las inversiones, el centro gastó 1,9 millones en 2011 y en 2013 sus recursos mejoraron hasta los 2,1. En lo tocante a la plantilla, es cierto que las jubilaciones no se reponen y que de los 486 empleados públicos de 2011 se han ido 15 efectivos, sin embargo la disminución de la población reclusa mejoró el equilibrio. En 2011 a cada funcionario le tocaba vigilar a un promedio de 2,97 reos y ahora la ratio es de 2,86 reclusos por trabajador.

    «Empezó siendo personal»

    Con más fondos y una mejor proporción de plantilla y presos, todo debía haber soplado a favor de uno de los centros de referencia, sin embargo en 2012 algo se rompió de muros adentro. «El conflicto entre la dirección y los responsables de la UTE empezó como algo personal y ha terminado por envenenarlo todo», explica un trabajador de Villabona.

    Cuatro funcionarios consultados hablan bajo compromiso de anonimato. «Con los socialistas, Faustino García Zapico, el coordinador de la UTE, tenía hilo directo con Madrid y eso se tradujo en una gran influencia aquí. Captaba a los primarios, la gente sin antecedentes y que es con la que más fácil se trabaja, podía pasearse por los módulos de la UTE sin restricción, y a los funcionarios más comprometidos los mantenía a su lado en comisión de servicio», explica el más veterano. «Todo cambia al llegar el PP al Gobierno; el subdirector de tratamiento le corta las alas y ordena que nada se haga sin que lo decida él. Unos y otros empiezan a tirar de relaciones e influencia y la crispación lo echa todo a perder», rememora otro trabajador.

    El actual equipo de Instituciones Penitenciarias está promoviendo los módulos de respeto, lugares donde los internos deciden democráticamente a su cabecilla y asumen labores de limpieza. «En el resto, hay un mirar a otro lado, un dejar hacer mientras no den problemas», resume uno de los funcionarios que ha participado del formato. «El plan que se está poniendo en práctica es el de promocionar estos módulos llevando a ellos a casi todos los primarios que entran y haciendo un poco la vista gorda con lo que allí ocurra. A la UTE en cambio se la mata de inanición. A los funcionarios que estaban allí se les cancelaron las comisiones de servicio, a Zapico se le prohíbe salir de la UTE 1, y a los presos que piden abandonar esa terapia porque están disconformes se les va retrasando el cambio, para que emponzoñen el lugar con su desidia», indica un testigo.

    «Al final hacen un día la maleta y como saben que si causan un incidente los sacan, pues tiran una maceta o se encaran con el funcionario», añade. «La UTE era un colchón que te aseguraba cierta paz en los módulos que ocupaba y ahora corre en ellos la droga, algo impensable antes» -lamenta- «eso sí, el suelo y las ventanas de los módulos de respeto están limpios y relucen».

 

       Articulo de Ramon Muñiz